Por Víctor Yáñez
Juventud sin Bienestar… pero con favoritos
Mañana, la gobernadora del Estado de México Delfina Gómez Álvarez encabezará la entrega del Premio Estatal de la Juventud. Un acto solemne, discursos inspiradores, fotografías para las redes y medallas que brillan… aunque detrás del escenario, la realidad de la política social juvenil en el Edomex es mucho menos luminosa.
La pregunta es inevitable: ¿qué se va a festejar?
El Instituto Mexiquense de la Juventud, que debería ser motor de talento, se ha convertido en una ventanilla cerrada para cientos de jóvenes destacados y emprendedores que buscan apoyo. Peor aún, el programa Jóvenes con Bienestar, en vez de ser una plataforma de oportunidades, parece estar convertido en un club privado administrado con criterios de compadrazgo.
En el centro de la polémica está el subsecretario de Planeación del Bienestar Social Víctor Rafael Benítez Blasio, operador político y beneficiario de la buena fe de su jefe, el secretario del Bienestar, Juan Carlos González Romero. El padrón de beneficiarios, denuncian testigos que pidieron el anonimato, se reparte entre amigos y favoritos, dejando fuera a muchos jóvenes que cumplen con todos los requisitos.
Las quejas son graves: beneficiarios inscritos en 2024 aseguran que, en 2023, Servidores del Pueblo bajo el mando de Benítez Blasio les hicieron firmar de recibido apoyos que nunca llegaron a sus cuentas. “Primero la firma, luego el dinero”, les prometieron… pero la segunda parte nunca ocurrió.
La arrogancia también se pasea por los pasillos del Bienestar. Quienes lo han escuchado, relatan que el subsecretario gusta presumir en público que “tiene más poder” que el propio secretario, e incluso que otras secretarías lo buscan para poner en marcha programas clave.
Como si fuera poco, a este funcionario que en 2023 tenía el perfil de un servidor público modesto, hoy se le ve codeándose con empresarios y presumiendo un nuevo estatus económico. Nada ilegal… si pudiera explicarlo.
Y todavía hay más: contratos temporales del programa Servidores del Pueblo —que deberían servir para tareas institucionales— son desviados para labores privadas. Choferes, jardineros, albañiles y asistentes pagados con recursos públicos, pero al servicio de las propiedades e intereses personales del subsecretario.
El discurso oficial hablará mañana de “juventud, esfuerzo y futuro”. Pero mientras el dinero de los programas se pierda entre favoritismos y beneficios personales, el verdadero premio no será para los jóvenes, sino para quienes se sirven de ellos.