Almoloya del Río, Estado de México. La mañana en Almoloya del Río tenía un aire distinto. No era un día cualquiera: en los pasillos del palacio se respiraba una mezcla de orgullo y celebración contenida. Óscar Galán Flores, presidente municipal, salió al estrado con esa sonrisa que sólo aparece cuando el camino ha sido largo… y el resultado, histórico.
Con voz firme, pero evidentemente emocionado, anunció lo que ya empezaba a correr de boca en boca entre funcionarios y vecinos: Almoloya del Río había sido premiado a nivel estatal por primera vez en su historia. Nada menor. Nada común.
Un aplauso rompió el protocolo cuando se escuchó el logro completo: Segundo lugar en la novena edición del Premio IAPEM a la Gestión Municipal 2025 y el Distintivo IAPEM Mujer.
Era un triunfo doble, pero sobre todo un reconocimiento a una visión: la de construir un municipio más humano, accesible y sensible a quienes han sido históricamente invisibles.
El alcalde lo explicó con claridad. Este premio, dijo, no es sólo una placa para la pared, sino la confirmación de que la Política Pública Municipal Transversal EVE, que impulsa inclusión, accesibilidad y oportunidades para todas y todos, está dando frutos. No se trataba de discursos, sino de resultados.
Mientras hablaba, algunas funcionarias asentían discretamente, orgullosas; otros vecinos, invitados especiales, grababan con sus celulares como queriendo conservar el momento. Después de todo, la historia local no suele llenarse de medallas, y cuando llega una, se celebra con todo el corazón.
“Construir un municipio más justo es posible cuando se escucha y se actúa con convicción”, remató Óscar Galán Y en ese instante la sala volvió a llenarse de aplausos, esta vez más largos, más cálidos.
Era claro: aquel día, Almoloya del Río no sólo recibía un reconocimiento; se reconocía a sí mismo como un municipio capaz de transformarse y de poner la dignidad humana al centro de su gobierno.
Un día para recordar. Un día que ya forma parte del colorido mural de la historia municipal.
